martes, 13 de noviembre de 2012

Tipos Duros (II). La genial locura: Éric Cantona y Zlatan Ibrahimovic

Entregas anteriores: V.Jones y R.Keane

El segundo capítulo de este serial va dedicado a dos jugadores cuya habilidad con el balón será largamente recordada, dos delanteros de otro mundo, de esos que por su capacidad goleadora y un estilo peculiar se han hecho hueco entre los mejores de su tiempo. Pero que desgraciadamente, no han logrado controlar su mal carácter en demasiadas ocasiones, impidiéndoles convertirse en auténticas estrellas. En esta entrega de Tipos Duros: Éric Cantona y Zlatan Ibrahimovic.

Éric "King" Cantona

Probablemente, uno de los delanteros más talentosos de la historia, capaz de meter goles con una clase pocas veces vista hasta el momento. Sin embargo, su capacidad innata para sorprender a propios y extraños con el balón en los pies, se vio empañada demasiado a menudo por un carácter “difícil”.

Su carrera, que pudo ser brillante, estuvo dirigida en todo momento por la inestabilidad emocional de un jugador que cuando algo no iba como quería, la liaba o se marchaba. Eso le llevó a jugar hasta en 8 equipos en 14 años. No se caracterizó por ser violento en el terreno de juego, pero sí por enemistarse con compañeros, entrenadores, presidentes, árbitros y todo aquel que le cayese mal (que no fueron pocos).

Eric Cantona
También se hicieron famosas las solapas de su cuello
Debutó con 17 años en el Auxerre, uno de los pocos equipos a los que le guarda simpatía. Jugó 4 temporadas allí, estando cedido entre medias un año en el Martigues. Fue su mejor etapa. En el 88 le traspasaron al Marsella, y el lado malo de Cantona empezó a emerger. Tras tener varias disputas internas, fue cedido. Primero al Girondins y luego al Montpellier, dejando en ambos clubs unos cuantos enemigos tras protagonizar diversos conflictos. Tampoco su comportamiento en la selección gala fue bueno, y fue apartado de ella durante un año después de insultar gravemente a Henri Michel, por aquel entonces seleccionador francés.

En 1990 volvió al Marsella, equipo del que se desvinculó a la temporada siguiente para fichar por el Nimes,  donde recibió su primera sanción seria tras lanzarle el balón a la cara a un árbitro. En diciembre del 91 rescindió su contrato y sorprendió diciendo que se retiraba. No obstante, tardó poco en arrepentirse, en enero ya estaba haciendo pruebas en Inglaterra. Primero recaló en el Leeds, con el que ganó la Premier, pero una vez más sus problemas con la directiva le hicieron abandonar el club.

Fue entonces cuando fichó por el Manchester United, y con los “Red Devils” pareció encontrar la estabilidad que le permitió mostrar todas sus cualidades futbolísticas. Todo iba sobre ruedas: el mundo del fútbol le admiraba, los aficionados del United le adoraban y en el 94 fue nombrado capitán de la selección. Entonces Matthew Simmons se cruzó en su camino. Probablemente no conozcáis a Matthew, no tenéis por qué recordar su nombre. Era un aficionado del Crystal Palace, habitual del Selhurts Park. Esa era toda su relación con el mundo del fútbol hasta el 25 de enero de 1995.

El Manchester visitaba al Crystal Palace, y en el minuto 48 Cantona vio la roja directa por una agresión. El galo se marchaba por la línea de banda cuando Simmons decidió hurgar en la herida. Bajó varias filas desde su asiento, y desde la valla publicitaria empezó a insultar al jugador del Manchester. “Vuélvete a Francia con tu puta madre, bastardo”. Probablemente todavía lamenta aquellas palabras.


Tras esto, Cantona fue duramente sancionado (9 meses por la Federación y 4 por su club), quedó apartado del combinado nacional, tuvo que pagar una elevada multa y cumplir 120 horas de servicio comunitario. Pese a esto, el galo nunca reconoció haberse equivocado: “Pido perdón a todos, al Manchester United, a mis compañeros de equipo, a los fans, a la Federación… y también quiero disculparme con la prostituta que compartió mi cama la tarde pasada”.

También tuvo que pagar Simmons, que por aquel entonces tenía 20 años, por el incidente. Además de recibir una patada que podría haber llegado a ser muy dolorosa, el aficionado del Palace sufrió acoso mediático, perdió su trabajo y parte de su familia le repudió por su comportamiento.


Zlatan Ibrahimovic, “The Bad Boy”

Si le preguntamos a alguien experto en fútbol por los mejores delanteros de la actualidad, lo más seguro es que el sueco esté entre ellos. Tiene todas las cualidades necesarias para llegar a lo más alto, y nos ha dejado auténticas joyas durante su carrera. Por desgracia, también ha dado sobradas muestras de sus aptitudes para las artes marciales (tiene el cinturón negro en taekwondo), que adereza con una facilidad extrema para “rajar” de todo aquel que en algún momento ha hecho algo que no le gusta.

Ibra debutó muy joven en el Malmö, y en dos temporada hizo que todos los ojeadores se fijasen en él. Fichó por el Ajax, y empezó a demostrar que realmente podía llegar a estar entre los mejores. Era rápido, técnico, y su envergadura le permitía proteger el balón ante cualquier defensor. Velocidad y fuerza que también le servían para embestir y derribar a sus rivales como si fuesen niños, y qué decir de sus protestas a los árbitros con las venas de cuello y sienes hinchadas.

Ibrahimovic protesta
Ibra haciendo una de las cosas que mejor se le dan: protestar 
Tras su paso por Ámsterdam, Zlatan se marchó al Calcio. Una liga que por su dureza le venía perfecta, pero también se le quedó pequeña. Primero en la Juventus, y luego en el Inter, Ibra siguió el mismo proceso: se ganó a la afición con su juego y actitud, dejó un par de escenas algo violentas con rivales, y cuando se cansó, provocó un conflicto interno con entrenadores y directivos que acabaron con su salida de ambos clubes. En el caso del Inter, antes de marcharse mandó a callar a su propia afición, que llevaba tiempo silbándole cada vez que tocaba el balón.

Ibrahimovic manda callar
Así se despidió de la afición interista 
Una de las especialidades del sueco son las provocaciones y las pequeñas agresiones sin el esférico de por medio. Sonrisas irónicas, amenazas con el dedo levantado, intimidaciones aprovechando su altura… su repertorio es extenso, como también sus maneras de provocar dolor. Desde cabezazos disimulados hasta embestidas completamente fuera de lugar, pasando por agarrones de cuello, pisotones, codazos…


Tras dejar el Inter se marchó al Barça, donde una vez más, repitió su modus operandi. Tuvo un arranque espectacular, dejó grandes muestras de su clase y ganó títulos (¡Y sólo cometió una agresión en toda la temporada!). Pero su relación con el entrenador, Pep Guardiola, no acabó de cuajar. Ibra se marchó al Milan un año después tachando al técnico culé de “filósofo”. No hace falta decir que para el sueco eso no es ningún cumplido.

No podemos hablar de Ibrahimovic sin hablar de su representante, Mino Raiola. Y es que tal vez él tenga mucho que ver en la cantidad de veces que jugador y directivos han acabado mal. Raiola es un experto en hacer declaracionespolémicas, que poco a poco van provocando la ruptura entre sus representados y el club. Claro está, que cada vez que logra un traspaso, se lleva una suculenta comisión…

En su primera temporada con la elástica rosonera, el sueco fue expulsado en 3 ocasiones por agredir a rivales. Parece que con los años está perdiendo la capacidad de disimular sus faltas, y cada vez las patadas son más evidentes. Esta temporada Zlatan juega en el PSG, y ha tardado 10 partidos en hacer una demostración de artes marciales.


Lo mejor de todo es que tiene 31 años, por lo que todavía podremos disfrutar unas cuantas temporadas más de sus genialidades… y sus locuras.



1 comentario:

  1. Dos jugadorazos con un caracter dificil.Espero mas entregas de estas, me ha gustado mucho.

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